El reloj municipal de María Grande, erigido en 1949, se encuentra en la intersección de las avenidas Argentina, Córdoba y San Martín, sobre el margen este de la plazoleta. Este reloj ha trascendido su función original de marcar el tiempo, convirtiéndose en un símbolo emblemático de la ciudad.
La construcción del reloj fue encargada por el intendente Juan Rezzet, iniciándose el 30 de marzo de 1949. La obra, caracterizada por la arquitectura típica de la época, estuvo a cargo del constructor Lucnik, con la colaboración de Luis Feresín, Tomás Ferri, entre otros. Con una base de tres metros de profundidad y construido bajo un sistema tradicional, el reloj posee una estructura sólida y duradera. Sus campanas pueden escucharse hasta a diez cuadras de distancia, siempre que las condiciones climáticas lo permitan. Incluso, durante el terremoto de San Juan, las campanas resonaron cuando la estructura se tambaleó.
El reloj no solo es un marcador del tiempo, sino que también se erige como el corazón de María Grande, el centro cívico donde se desarrollan los principales eventos sociales y políticos de la ciudad. Es común que los palcos de las celebraciones públicas se instalen en su entorno.
Un aspecto destacado es la conexión histórica entre el reloj y el Túnel Subfluvial Uranga-Silvestre Begnis, que une las provincias de Entre Ríos y Santa Fe. Originalmente, la parte inferior del reloj estaba revestida con las mismas cerámicas utilizadas en la construcción del túnel, creando un vínculo simbólico entre ambos íconos de infraestructura.